Bueno, yo he hecho mi trabajo de Vacaciones, preparados los temas de las distintintas asignaturas para la vuelta al cole ¡¡¡¡¡lo podéis ir mirando¡¡¡ ¡¡¡¡¡dios que apreta¡¡¡¡.
Por lo que se vio anoche en el Aula Magna de la Facultad de
Ciencias de la Universidad de Granada, son muchos los padres que
pondrían una Supernanny en su vida. La psicóloga Rocío Ramos-Paúl,
famosa por su papel de presentadora del exitoso programa de televisión
de Cuatro, provocó un ‘superlleno’ de padres y madres deseosos de que
les resolviera sus dudas. La tuvieron delante durante una hora y media,
pero a tenor de las manos alzadas que se quedaron con las ganas de
preguntarle en el turno posterior a su charla –por falta de tiempo–,
muchos de ellos se la hubiesen llevado a cenar a casa anoche para
explicarle sus cuitas con los infantes de sus hogares.
Fue ahí, en el cuestionario en directo, donde surgieron los
momentos más anecdóticos de la noche. Alguno fue incluso delirante. No
en vano, un par de ellos despertaron las risas entre el público, quizá
porque se sentían identificados con el problema que planteó tal padre o
cual madre. Y es que el buen humor es también una herramienta más para
tratar con los más pequeños. Preferible eso que un azote. Porque
Supernanny, o la experta Rocío Ramos-Paúl, no es partidaria de ellos.
En su decálogo –si es posible resumir en pocos puntos toda
la teoría de la mediática psicóloga– quedan claras varias normas que los
padres deben llevar a cabo para educar la conducta de los hijos. Solo
el niño que se siente protegido, seguro, querido y valorado es un niño
feliz. Igualmente, «necesita que el mundo sea predecible porque así sabe
qué hacer en cada momento», aconseja. Para ello, hay que generar
rutinas que el pequeño irá aprendiendo.
El segundo pilar es que al niño hay que ponerle «límites y
normas». Pero no porque sí, sino unos límites y unas normas que
entienda. «Si eres capaz de esforzarte, tendrás éxito en la vida», hay
que intentar hacerle ver. «La idea de ‘pobrecito, que no sufra’ hay que
quitársela de la cabeza», sentencia la Supernanny. El ‘peque’ ha de
aprender a «valorar el esfuerzo y la garra para que el día de mañana
consiga las cosas con su esfuerzo».
Padres coordinados
Rocío Ramos-Paúl sabe que «educar es cansado» y, por ello,
apuesta por «generar dinámicas para transmitir las mismas normas de
forma coordinada entre los padres». Eso sí, el niño debe comprender que
existen límites. Aunque los padres tampoco deben ser demasiado
estrictos. «No puedo castigar continuamente. La norma tiene que ser
flexible. El niño quiere que el adulto le diga qué tiene que hacer»,
explicó. Es lo difícil, elegir los límites, pero es la única forma de
que el niño entienda que «quererte es decir que no, también», y que «lo
que se decide es, ahora y siempre, así». «Da igual si ponen una película
estupenda, ya la verá en internet», ejemplificó. Una Supernanny que
está al día de las nuevas tecnologías. «Tampoco vale ‘estoy cansada y no
puedo más’. Si le dices eso a tu jefe en el trabajo, ¿te va a creer? El
niño es igual», expuso. Una Supernanny que sabe lo que es un jefe,
parece.
Por eso, pide «ser coherentes con la norma, si hay
verduras, las verduras son para todos; no vale que el padre coma filete y
el niño, no». Al niño «hay que exigirle que haga lo que tiene que
hacer: yo cocino pero tú pones la mesa». Es la cuota de responsabilidad.
Y los padres han de ser firmes. «Nos asusta decir que no y terminamos
diciendo: ‘Dáselo, que nos va a montar el espectáculo’. Pero son
pequeños y tienen que aprenderlo. Tú eres la figura de autoridad. Porque
mañana tendrá un jefe o un profesor y tendrá que saberlo», avanzó. «No
es autoritarismo, es autoridad. Invertid energías en decir que no ahora
para ahorrar las consecuencias en el futuro», advirtió la psicóloga
En cualquier caso, para que un hijo obedezca «no existe
fórmula mágica, no hay un botón de on/off, ni tampoco vale el ‘te cuento
hasta tres’». Para aumentar las probabilidades de que el niño cumpla la
norma, Supernanny da cuatro pautas: «Hablemos en positivo: ‘cuando me
hables más bajito te escucharé’. Di lo que hay que hacer y anuncia las
consecuencias:‘si haces tus tareas, podremos ir luego al parque’.
Utiliza ‘los niños hacen’ en vez de ‘los niños son’. Cuenta cómo te hace
sentir su conducta (negativa). Y evita las explicaciones largas».
Premios
Supernanny es partidaria de premiar a los niños, incluso de
forma material. Eso, dice, aumenta la frecuencia de la conducta.
«Cuando cumplas tu horario de estudio podrás ir al cine con tu amigo». Y
cuando la conducta se haga habitual en el niño, «ir retirando los
premios poco a poco». Eso con los pequeños. Con los más grandes incluso
aconseja hacer un contrato. Sí, un contrato. Lo mostró en
pantalla:«Pedro se compromete a... A cambio de un premio». Y con las
firmas de padres e hijos incluida.
Una madre le planteó que a su hijo de ochos años le hacen
pagar cinco céntimos por cada palabra malsonante que suelta. A la madre
no le gusta esa táctica. A Supernanny, en cambio, sí. «Me parece poco
(dinero)», llegó a decirle. «No vais mal, pero tenéis que mejorar.
Plantear cuánto dinero le vais a quitar y en qué momento del día.
Apuntadlo y al final del día, hacedlo. Y mejor que lo hagáis entre los
dos», recomendó.
También simpatiza Supernanny con darle una paga a los
niños. ¿A qué edad? «Entre los seis y los ochos años es buena edad para
empezar a dársela». El beneficio que obtienen los padres es que, si el
hijo quiere comprarse algo, «el deseo se demora y el niño le da más
valor a lo que está comprando». ¿Y si, por ejemplo –como expuso otra
madre– se le dan dos opciones y él, con cuatro añitos, responde que
tiene otras? El juez Emilio Calatayud intuyó algo: «Ese va para
político». Supernanny se mantuvo firme: «Hay que hacerle comprender que
su opción no es la válida». ¿Y si el niño, en otro caso expuesto, llega a
retar al padre, igualmente? «No entres al reto. Date la vuelta. No le
atiendas. Lo más probable es que se enfade, pero tienes que ser firme»,
aconseja ella.
¿Y cuántos regalos hay darles en Reyes? «Si tiene dos años,
‘ná’, no se va a dar cuenta», cree Calatayud. De uno a cuatro, según
las posibilidades económicas, sugiere Supernanny: «El que tenga menos
(dinero), que se lo cuente. Debe entender que la magia no es lo que te
dé la gana». ¿Papá Noel o Reyes Magos? Aquí Emilio Calatayud lo tiene
claro: «Hay que defender a los Reyes Magos». La Supernanny y el
Superjuez.